Bulimia y anorexia: la cara trágica de las dietas

La ineficacia de las dietas es algo ya establecido en marcos científicos y académicos, como espero haberlo dejado claro en la columna anterior. Que no resultan es algo que ya la gente que se ha sometido a ellas lo sabe. Que hacer dieta es uno de los mejores indicadores que una persona subirá de peso es algo, que toca lo bizarro. Sin embargo, esta cruel paradoja no es tan terrible como otra de sus consecuencias más trágicas, le cuento….

Desde que se estableció el IMPERIO DE LA DELGADEZ, se han incrementado hasta niveles nunca vistos en la historia, la ANOREXIA y BULIMIA NERVIOSA. Las dos patologías emblemáticas de la era del vacío. Marcar la diferencia fue a partir de la década del 60 estar delgada. Con Twiggy a la cabeza en los setenta se impuso la delgadez como moda y como sinónimo de belleza. ¿Y cuál es el método para llegar a ella? Pues otra vez nos chocamos con las dietas. El alcohol es el inicio en una drogodependencia, siguiendo la marihuana y luego la cocaína. En los Trastornos Alimentarios, la dieta es el inicio. La obsesividad el segundo estadio y el trastorno en sí mismo la tercera.

Ciertamente estos trastornos no son nuevos, no los inventó la post modernidad. Tenemos referencia de anorexias, a lo largo de la historia. Desde Santa Catalina de Siena hasta la Princesa Sissi de Austria. Las niñas ayunadoras del siglo XVIII o los casos detectados en los albores del siglo XX. Todos casos, más ligados a una forma de escarmentar el cuerpo y, en general, de clara índole religiosa. Trastornos que nada tenían que ver con la actual anorexia, que toma su impulso a partir de los 60, absolutamente ligada a un empecinamiento a sostener pesos por debajo de lo normal. Un modo de manifestar la adherencia y sometimiento a un ideal estético cultural.

La dieta es su forma de entrada y evitarlas en edades de riesgo es una advertencia necesaria. ¡Hoy vemos chicas en edades de evolución física intensa, en edades de desarrollo, sometidas a dietas, una verdadera locura! Dietas profesionales o amateurs permitidas por familias que no están lo suficientemente informadas de los riesgos que ello conlleva. Una niña de duro empecinamiento y débil autoestima, es un blanco por donde la patología se inicia.

Hay factores predisponentes, incluso genéticos, según se va comprobando en estudios recientes, pero mas allá de estas cargas genéticas, hay un disparador social, el mandato de la delgadez y una metodología supuestamente sana…, la dieta. Entre ambas y articuladas a personalidades más frágiles, dependientes y obsesivas, va creciendo de a poco esta complicada y peligrosa patología. Manejar las practicas de restricción alimentaria en niñas jóvenes para evitar estas patologías, es tan relevante como evitar el alcohol en jóvenes. Son caminos de entrada, sutiles, pero poderosos, pasan desapercibidos y parecen solo una típica conducta adolescente, sin embargo, estos autoengaños se revelan como un descuido que luego genera intenso dolor.

Este es un trastorno de género, sin dudas, las mujeres son por mucho las que presentan estos padeceres por enorme diferencia a los hombres, en tanto hablemos de anorexia y bulimia al menos. En otros trastornos, tal como el trastorno por atracón, los números se emparejan más.

Últimamente, un libro devenido película, muestra la historia, tan solo una de las decenas de miles de estas historias que en nuestro país se vienen contando desde los años 80, que puede impactar de lleno en que es padecer estos trastornos. Es posible ver en este libro, que este problema, no es solo alimentario y que una frágil psicología, juegan un rol esencial, que no es solo de una niña de clase alta caprichosa, ciertamente, ésta última, es una forma descarada de tratar el tema.

Hoy, es una patología con altos índices de mortalidad, la mayoría por suicidio, con graves consecuencias de salud a futuro, que va tomando niñas mas jóvenes que los que padecían esta enfermedad años atrás y que ya no es solo de clase alta o media sino de todas las clases sociales. Dado que los modelos de belleza se transmiten en medios masivos, este modelo, que empieza en las clases más altas, en la actualidad es un malestar que padecen todas las clases. Los datos de la investigación son definitorios al respecto.

La prevención fracasó, en cuanto a poder disminuir el trastorno, pero funciona en cuanto a la consulta más temprana. No hemos podido reducir estos casos, es un fracaso ante una sociedad que se empecina en mantener estos criterios estéticos como un valor, pero hemos logrado alertar de la necesidad de observar más a estas niñas que pueden estar padeciéndolos y consultar rápidamente. Lamentablemente no siempre la consulta se hace en medios adecuados para tratarlas.

Tal como lo estipula la Ley 26.396, Ley de obesidad y trastornos alimentarios, la cobertura debe ser hecha por equipos multidisciplinarios, que muestren idoneidad y especialidad comprobable. No siempre se acierta en esto y con ello, el trastorno se dilata y se cronifica, aumentando los riesgos.

¿Por qué falla la prevención? Hay muchas razones, una relevante es la supremacía de la delgadez como sinónimo de bueno y bello. La discriminación a la gente obesa es tan intensa que ambos mensajes, flaco bueno, gordo malo, se vuelven implacables. De hecho la INADI plantea que la segunda causa de discriminación en Argentina, es la obesidad.

La dieta y la identidad adolescente se han fundido, de manera tal que hoy parte de las conductas del ser adolescente, es practicar dietas, hablar de nutrición, contar calorías, y tantas otras cuestiones distorsivas de la relación alimento y peso. La otra es meramente económica. ¿Ha pensado cuánto dinero se invierte en el mundo de la moda y la apariencia? ¡Moda textil, medicaciones adelgazantes, cirugías estéticas, la línea gym, dietéticas, el mundo de los cosméticos, tratamientos del sobrepeso y obesidad, y no olvidemos a los llame ya!! Un verdadero emporio de la estupidez y la irresponsabilidad comercial ligada a los temas del peso. Son miles de millones de dólares al año.

Cuando sumamos todos estos aspectos, podemos entender por qué a pesar de su enfermante mensaje y sus consecuencias, este modelo de belleza y los modos de poder asimilarse a él, siguen siendo más fuertes que los intentos de prevenir, mas fuerte aún que el sentido crítico de las personas y sobre todo las mas jóvenes para poder defenderse de tales articulación de engaños y mentiras.

Pero mas allá de los otros somos nosotros y nuestros propios prejuicios los que contaminan nuestra cotidianeidad. ¿Ha visto como nos saludamos aquí? ¡Hola Juan, que bien te veo, estas más flaco! ¡Hola María!, ¿te hiciste algo? ¡Estás bárbara! El mundo de la superficialidad nos ha invadido y eso cuenta. ¡María y Juan están bárbaros!! Porque pesan menos o se estiraron arrugas, ¿qué significa eso? ¿Cómo lee eso un niño? ¿Cómo decodifica ese mensaje que luego le explotará cuando su cuerpo empiece a cambiar y entre en la pubertad?

¿Sabe que opinan niños de jardín de infantes cuando se les muestra fotos de niños obesos? “Son sucios, haraganes, estúpidos”. ¿Terrible verdad? Son datos de investigación. ¿Qué estamos haciendo con esta locura de las dietas y los cuerpos? ¿Salud? No lo creo, esa es la típica excusa que nos damos. “Como más sano, hago actividad para estar bien, me hago un toque de bótox para mi autoestima…” ¡Mentiras! Nadie que ande muriendo de hambre, esforzándose los meses anteriores a la playa en una cinta aeróbica o se somete a cirugías la pasa bien. Nadie que considere que estar bien sea eso, está bien. ¡Solo que algunos lo disimulan, algunos guardan sus cruces y conflictos para adentro!

Pero de vez en cuando una niña de 14 años, se mira frente a un espejo, se ve grandes los muslos, se rechaza, se odia! Y piensa, mañana empiezo la dieta. Esa decisión, en realidad sus consecuencias, las veo luego de pasado unos meses o unos años en mi consultorio…con una adolescente rabiosa, deprimida, aislada, obsesiva, odiándose. En guerra con su familia porque le quieren dar de comer. Con pesos de riesgo, corazones latiendo de manera desacompasada y una vida que se va yendo cada día.

Lo estético es parte de lo humano. Es así y aceptarlo es inevitable. Sin embargo, el pensamiento crítico también es parte de lo humano. No nos entreguemos tan fácil a este tema. Cuestionemos más duro nuestras realidades y verdades al respecto. Dejemos de darnos excusas: “y qué querés, que ande contra el mundo”. “Es gorda la van a rechazar”. Porque si bien es cierto que el mundo puede ser cruel, no tiene tanta fuerza si hay una familia que amortigua ese golpe. Que ayuda a su hijo a entender mejor esos golpes. Que pueda pararse frente a ellos de manera que aumente su sentimiento de seguridad interna y de confianza en sí mismo. Claro que los trastornos alimentarios no son solo tema de cuerpos y dietas sino de muchos otros problemas y dolores. Tampoco olvidemos que empiezan allí justo donde nosotros podemos hacer algo al respecto.

 

Este artículo ha sido publicado en la Revista Central.


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