Ley de Talles: intenciones y resultados

“En tu talle no hay”. Una frase repetida hasta el hartazgo para la angustia de muchas mujeres que, cotidianamente, se escucha en los negocios de ropa. Esta situación social de discriminación y humillación a personas que no entran en el parámetro del estándar de las medidas de la moda se estableció hace muchos años en nuestro país. Con ello pasaron por encima algunos derechos de la gente. Ley de Talles

Intentando restablecer esta situación, el Legislativo buscó una respuesta y creyó encontrarla en una entusiasta, pero ingenua y controvertida ley. Una muy simple para que se pueda cumplir de manera adecuada y sea sustentable. Todavía está dando vueltas y cada definición se complica. Ley de Talles

La llamada Ley de Talles tiene como objetivo aumentar el nivel de equidad al acceso a diferentes modelos y diseños de ropa, sin poner límites por peso o corpulencia. Ha generado una tensión importante entre los diseñadores de moda, las empresas fabricantes de ropa y los consumidores.

Este enredo se da debido a que los diseñadores sostienen que sus productos siguen un patrón estético acorde a los parámetros antropométricos que hoy son culturalmente deseables. Debido a este estrecho esquema, la prueba de estas prendas de diseño en otros cuerpos que no sean para los que están pensadas no se ajustará al gusto del cliente. Por lo tanto, si se los obliga a realizar prendas de talles no acordes al diseño, es altamente probable que los clientes por más satisfechos que se encuentren por sentir que hay equidad de acceso no las compraran.

Esto implicaría una pérdida económica para la empresa que debe llevar adelante la fabricación de tal ropa y con ello se cierra el círculo. Sin ganancias, no hay alternativas. Es la economía, diría un ex presidente de los EEUU.

El problema radica en que todo tiende a quedar en una dicotomía de opciones muy estrecha, en la que o se perjudica al empresariado textil o se perjudica a una mayoría del espectro del consumidor.

Sería de vital importancia que las empresas tomen en cuenta la posibilidad de comenzar a generar diseños de ropa acordes a todos los cuerpos. De esta forma, la Ley de Talles más que plantear que toda prenda debe ser fabricada en todos los talles debería plantear que las empresas diseñen en sus colecciones ropa que puedan tener talles distintos. Hay diversidad de cuerpos, pues diversidad de modelos es la respuesta y no de talles. Y de la misma marca, por supuesto.

Se debería poder generar modelos que vayan bien dentro del rango XS al M y otros que puedan ir desde el XS al XXL, de manera tal que NO con la misma prenda satisfagan a todo el público. Entendiendo que hay diversidad de cuerpos, debe haber diversidad de modelos que con diferentes diseños logren tal fin. Y hacerlos siguiendo patrones de la moda del año en colores, algunas formas que se adapten a diversos cuerpos, etc. Y claro en cupos de unos y otros similares. Si no sabemos lo que pasaría, si eso entra o no en su concepto-diseño de marca pues deberán poner la inventiva (que deben tener seguramente) llegado el momento de preparar colecciones y de diseñar.

Partimos de la base de que una empresa de moda tiene que tener capacidades adaptativas y creativas, pues son en este caso, un factor fundamental en su área de expertise. Razón por la cual no es entendible que aún no hayan encontrado una solución que pueda dar cuenta de las diferencias de cuerpo y así aumentar la satisfacción e incluso la capacidad de ventas. Para un país que les queda chico en público, buscar estas alternativas debería ser una forma de salir de estas estrecheces de oferta que estrechan su mercado y aumentan el valor de sus mercaderías en un círculo vicioso que no satisface a nadie.

En mi caso, como especialista en trastornos de la conducta alimentaria, me escandalizan algunas cosas, como por ejemplo la publicidad de una conocida marca argentina, mostrando dos niñas púberes con absoluto aspecto anoréxico vistiendo su ropa, en lo que podríamos llamar apología de un cuasidelito. ¡Un horror! Sin dudas reprochable.

El tema de las angustias de los modelos y los talles es algo que veo muy a menudo y el daño que hacen también. En la clínica de adolescentes en general y en la de los trastornos alimentarios en particular, nos topamos con el daño psicológico que generan.

Estamos en la cultura del imperio de la delgadez y la moda es un pilar estratégico para diseminar un modelo estético imposible socialmente. Las medidas que se supone son las ideales son solo para unas pocas personas. El resto no encaja o no lo hace sin caer en patologías o al menos en serias incomodidades. No tenemos una biología adecuada para cumplir con este estándar. No es un capricho o una conducta manejable, es una limitación biológica, lo cual convierte a la oferta de la delgadez del tipo ideal en distorsionada y patologizante. El campo de la moda debería repensarse en este sentido. No hay dudas al respecto. No se puede ser ingenuo: hacen daño y deberían reparar esta histórica deuda que tienen con tanta gente a través del daño hecho a lo largo del tiempo, particularmente a las mujeres. Desde allí, la iniciativa de la Ley es bienvenida como una muy necesaria medida.

Sin embargo, advierto a quienes sancionarán esta ley que deberían hacerla aplicable y sustentable. Es por lo tanto un texto que debería realizarse en base a las conclusiones de arribo a través de diálogos, consensos, creatividad empresarial y firmeza del consumidor. De esta forma, se estarían haciendo serios esfuerzos y generando garantías para su cumplimiento efectivo, sin caer en leyes vacías, incumplidas y puramente demagógicas.

 

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