Pareja y sexualidad: compatibilidades e incompatibilidades a lo largo del tiempo

(Co-autoría con el Lic. Ezequiel López Peralta)

Las diferencias que nos hacen iguales o diferenciarnos en lo que nos parecemos es una definición de lo humano. Las parejas se quejan de cosas muy similares como si fuera cosa solo de ellos. Y se equivocan. Se parecen a los vecinos mucho más de lo que creen. En muchos aspectos hay un tema transversal a las parejas. sexualidad

Cuestiones de género son fenómenos centrales en su dinámica y nada tienen que ver con la dinámica propia y particular, sino con diferencias cuando un hombre se une a una mujer. Son cosas que van más allá de la pareja y que sin embargo tienen que ver con las parejas.  Una típica diferencia entre ellos se da en el sexualidad y la pelea típica es la frecuencia. Una película de Woody Allen, dramatiza perfectamente esta situación. Se ve a pantalla compartida a ella y a él hablando con sus psicoanalistas. El dice “nunca tenemos sexo”, y ella al mismo tiempo dice “todo el tiempo tenemos sexo”, ambos con voz quejosa. Cuando sus psicoanalistas preguntan por esa frecuencia ambos dicen al unísono: “tres veces a la semana”.  Expresa la típica pelea en parejas. Un tema que se viene disputando desde los comienzos de la libertad sexual que se desarrolla a partir de mediados de los 60.

Lo cierto es que hay datos, claro, los promedios y las estadísticas no agotan la realidad, obvio, pero permiten observar comportamientos sociales amplios, muestran como tendemos a comportarnos los humanos.  Algo que los lleva a ensalzarse en peleas del tipo: “vos nunca querés”-dice él-y “vos nunca podes hacerme un mimo y estar cerca mío sin querer sexo”-de ella- es muy común. Un clásico de las parejas activas sexualmente.

Parece un tema específico de la pareja cuando en realidad es el caso que el deseo sexual en el hombre es mayor que en la mujer. Lo que no es común a las parejas, pero ocurre y no debería, es que muchas veces el empuje masculino puede generar no sólo tensiones sino hasta trastornos del deseo sexual.

Otra es la de “ella nunca empieza”. Frase varonil que asume que la mujer no tiene deseo y él debe ocuparse de buscarla y eso presupone alguna forma de rechazo o desvalorización sexual de su pareja.

Mito, nada de eso, hay razones anatómicas, hormonales, psicológicas y culturales que hacen a que la mujer no sea la iniciadora. Ocurre en la mayoría de las parejas y no tiene nada que ver con rechazo en el sentido lato de la palabra, sino que es la expresión de las diferencias de activación sexual según género. El problema se convierte en tal cuando estas normales diferencias, se vuelven causa de pelea, sentimientos depresivos o en coacción sexual aun dentro de la vida de pareja.

La falta de deseo o la caída del deseo, es una fuente de malestar en la vida cotidiana de muchas parejas que las padecen. Su prevalencia es muy alta, y las estimaciones oscilan entre el 40% para los hombres y el  60% para las mujeres. 

Otro clásico de la pareja pensar que la pérdida de la atracción a lo largo del tiempo es propia de una pareja que va mal. Puede ser, pero sin embargo es un curso normal en todas las parejas y viene a veces disfrazado con otros diagnósticos como disfunción eréctil secundaria o anorgasmia secundaria. Pero en el fondo lo que pasa, aunque cueste reconocerlo, es que no hay un entendimiento sexual o atracción erótica en la pareja. Que la compatibilidad sexual que supo haber en el pasado, se ha terminado.

 

¿Qué es la compatibilidad sexual?

La compatibilidad sexual se ve reflejada en la atracción erótica mutua, así como en la coincidencia de las preferencias sexuales de ambos, es decir aquellas conductas, juegos o situaciones que los encienden y excitan. Con el tiempo la compatibilidad sexual puede enriquecerse si logramos conocernos cada vez más al explorarnos, hablar sobre nuestras fantasías y reconocer los efectos de diferentes juegos eróticos, sin embargo también se puede perder.

En el caso de las parejas que sí tuvieron esa química desde el comienzo, la misma puede perderse por los guiones sexuales rutinarios, el acostumbramiento, los cambios en el orden de prioridades, los conflictos y el maltrato.

Un capítulo aparte es el de lo que se denomina parentalización del vínculo. Son esas parejas que no han sabido sostener su relación erótica y llega un punto en el que se perciben en sentido familiar, amistoso, pero ya no sexual. “Es como si fuese mi hermana”, o “siento que durmiera con un amigo”, dicen. Si se interviene a tiempo y la pareja cuenta con los recursos cognitivos, emocionales, y la motivación necesaria -además de una buena ayuda profesional, es posible recuperarla. En otros casos, quizás es demasiado tarde, sin embargo, es posible pensar este pesar de la pareja, como un desafío conjunto a superar y que los reencuentre en una nueva etapa de su ciclo, sexualmente satisfechos.

 

¿Cómo se recupera cuando una pareja siente que no tiene la química de antes?

Primero es diferenciar si es una distancia por razones que no tengan que ver con una pareja que se ha complicado seriamente en conflictos no resueltos o donde haya habido violencia. Esas parejas deben reparar sus vidas antes de buscar reiniciar su vida sexual pues esta última está dañada por otros daños mayores que la han marcado.

Efectivamente muchas parejas traen este problema a consulta cuando lo que se debería explorar es a ella misma buscando una nueva intimidad que parta del arreglo y la reparación de daños que se han infringido.

Cuando este alejamiento sexual se debe a una pérdida debido a circunstancias de la vida familiar. El tiempo, la rutina, el cansancio, estrés, la parentalidad. Cada uno de estos factores va royendo la posibilidad de encuentros sexuales y de experimentaciones hacia el cambio y ha dado como resultado un acotamiento, rigidez y aplanamiento del erotismo de la pareja. 

Cuando es así, la posibilidad de acercar las posiciones cuando detectamos zonas de incompatibilidad es posible, no en todos los casos, a veces es tarde, pero sí en muchos y solo un profesional especializado podría hacer dicha evaluación y no la misma pareja, que muchas veces atorada en su devenir cree que todo lo que hubo se perdió. 

Todo depende de qué tan grandes sean las diferencias y como hayan elaborado dichas diferencias. Es decir hay parejas que han guardado este deseo que algo pase y otras han construido relaciones muy fraternas como para volver a verse como objetos de deseo. Pero si han quedado puntos de atracción mutua y coincidencias en algunos juegos eróticos satisfactorios para los dos, la posibilidad estaría al alcance de una restauración de una sexualidad más plena. En ese caso se trataría de reforzar esos aspectos compartidos y buscar lugares y espacios para explorarlos nuevamente. 

Pues es que también a través de la exploración y la creatividad, es posible que encuentren algunas fantasías que quizás no conocían previamente y que despierten placer y excitación mutua. Muchas veces pedir por iniciar algún curso fantaseado y distinto se vive con vergüenza o malestar por quien lo recibe, hay que ayudar a desterrar ciertos prejuicios y si eso ocurre reforzar la intimidad y los momentos compartidos como para que se estimule el reencuentro. Las parejas pasan por ciclos y en cada uno de ellos deben reestablecer nuevos arreglos, esto incluye lo sexual, algo tan importante y olvidado a la hora de establecer prioridades en la vida conyugal.

También te puede interesar: ¿El matrimonio, en crisis? No, en caída libre nomás…