Una nueva palabra para empezar a preocuparse: Tecnofilia

¿Estaremos palpando el inicio de la primera adicción sin sustancia a nivel global? celular

La Tecnofilia es la afición a la tecnología, en general, hoy eso se refiere a computadoras y celular. Particularmente, me referiré a la más masiva, cotidiana y frecuente de todas. En ese sentido, la del celular es la que está generando mayor cantidad de problemas.

Le sugiero un número: 250.  Esas son las veces que promedio miramos el celular por día. ¿Lo hubiera pensado? NO. Más aún, piensa que es un dato exagerado, que le pasara a otros, sobre todo a los más jóvenes, que usted no concuerda con tener una experiencia de 250 miradas al celu, aunque sea para ver la hora. Pues ahí radica el problema, como toda adicción en ciernes, pasa desapercibida. Sea para hablar, usar Whatsapp, varias y variadas aplicaciones, redes sociales, mensajes de texto, leer diarios, hablar con otras personas, buscar información, desde significados hasta restaurantes, mirar el pronóstico del tiempo, jugar o puntuar un bar. No busque la calculadora en su celular, se lo digo yo, es una vez cada quince minutos a lo largo de la vigilia. No, insiste Ud., sí dicen los datos.

Constantemente el sonido de nuestros celulares nos va anunciando la llegada de mensajes de distinta índole, interrumpiendo la conciencia, una conversación, un trabajo, etc. Es altamente disruptivo, sin dudas. Nos distrae, nos saca de foco, hace que vivamos realidades paralelas de manera continua y no una más, sino muchas. Es cada vez más común que estemos trabajando, mientras miramos Facebook, buscamos una información y respondemos a alguien en un chat de amigos. Realidades distintas y paralelas.

¿Es de alguna manera un hábito sano, bueno, positivo?

Pues las investigaciones van mostrando que no. De ninguna manera estas habilidades multitask, son estimulantes positivos al sistema cognitivo. No nos vuelve más inteligentes y hábiles, sino que por el contrario, nos llena de ansiedad y termina por complicar el sistema atencional necesario para un buen desarrollo de tareas y relaciones.

¿Escuchó la palabra nomofobia?  Es un precursor de estas conductas. Es el miedo a quedarse sin acceso al celular. ¿Como cuando el tabaquista se queda sin cigarrillos? Exacto. Una inquietud que al tabaquista lo saca de su casa a comprar en la noche un paquete de cigarrillos. A usted lo lleva a volver a casa o a la oficina, a buscar el celular que se olvidó, aun cuando le queda poco tiempo para llegar donde debe. ¿Le resulta familiar esa conducta? ¿Conoce mucha gente que se ha olvidado el celular y no se sienta desde levemente incomoda hasta francamente desesperada? Claro hay gente que se siente más liberada, lo sé, son los seis ejemplos contrarios a la regla que nos sirven para sentirnos más seguros.

Esto es algo que ocurre  y que es solo lo que ocurre en una persona tipo de hoy, nada especial. Es meramente el reflejo de nuestras vidas cotidianas. Sin embargo, va en crecimiento una tendencia adictiva, discutida, pero cada vez más palpable de un uso obsesivo, compulsivo o irrefrenable del celular por parte de muchos.

Una herramienta, modifica nuestro ambiente, pero también “nos modifica”. Creemos que porque nos da algo bueno, no generara algo malo. Sin embargo, eso no es cierto. Cuando algo nos modifica nuestra conciencia, hay consecuencias indeseadas, no esperadas, o aprovechadas.  Cuando eso ocurre, veremos entonces, como en este uso de una nueva herramienta, las cosas pueden complicarse.

Ámbitos en los cuales se manifiesta

Para empezar, podemos ver en que ámbitos se complica: Laboral, académico, familiar, tiempo libre, transito. Causa de conflictos, cambios en la identidad y la sociabilidad de la gente, peleas y accidentes, temas que comienzan a preocupar a la comunidad científica global.

En primera instancia tocaremos el ámbito laboral. Muchas empresas están aumentando su preocupación por la disminución del desempeño de sus empleados en relación a las distracciones y uso de tiempo indebido. Académicamente, son cada vez más las quejas de profesores e instituciones de enseñanza sobre el uso de estos artefactos en clase y de familias luchando para que los que estudian, dejen de andar con el celular en vez de cumplir sus tareas. La cantidad de conflictos, peleas y  problemas que surgen en la casa son incontables.

Los adolescentes parecen desaparecer tras la pantalla, encerrados en sus cuartos o en la mesa familiar, distraídos de todo, salvo de su pantalla, a la que observan afanosamente sin distracciones inútiles, tales como responder una pregunta. Esto no es nuevo, ¿no? El adolescente y sus puertas cerradas son un clásico. Claro. Pero dele a un chico en edad evolutiva, que necesita de un ensimismamiento natural y sano a su época, una tecnología para encerrarse a tiempo completo y verá que las cosas que pasan tiene un impacto evidentemente no deseado y poco sano.

Podrá ver comidas con chicos continuamente mirando su celular y respondiendo mensajes a repetición, idos o escribiendo mientras contestan algo. Una capacidad increíble para ese desdoblamiento ¿no? Sin embargo ese desdoblamiento no ayuda a nadie en nada. Ni a las relaciones, ni a la tranquilidad, ni a la atención necesaria.

Si vamos a una reunión familiar más amplia, se podrá ver cosas como una fiesta de cumpleaños donde los chicos están sentados juntos mirando sus pantallas y algunos incluso hablándose por chat! Estas pseudo intimidades que se dan por chat, donde la distancia de la pantalla mantiene a distancia la ansiedad vincular, permite decir y poner cosas que luego no se sabe cómo mantener y en adultos esto es evidente en los chats de galanteo y seducción, pero en los más chicos, va creando una condición de vinculación social distinta, una puerta a la relación holográfica. ¿Será buena a futuro? Depende que será ese futuro, por hoy esa transición entre las relaciones reales cara a cara y las holográficas traen problemas.

Cada uno de estos temas es en sí mismo razón de una columna. Y tal vez retomaremos alguno de ellos en una segunda parte de la nota.

Mientras pasemos a los riesgos más graves con los que se ha asociado a estas tecnologías. Accidentes, de hecho, es parte de una vasta lista de accidentes provocados por problemas de atención o cálculo retardados de distancias. Van desde un golpe hasta la muerte. Cada vez más las leyes de transito apuntan a reducir hasta eliminar el uso de estas tecnologías dentro de la órbita del espacio público.

Sin embargo, la que más se está desarrollando en términos de salud, es la dependencia. Hoy estamos  palpando el inicio de la primera adicción sin sustancia a nivel masivo y escala global.  Tenemos desde usadores frecuentes, hasta abusadores y adictos. Tal como las drogas. Estudios recientes plantean que el mismo mecanismo de adicción, con sus concomitantes de acostumbramiento y abstinencia, se da a nivel neuroquímico de manera muy similar entre el uso abusivo del celular y las drogas químicas. Increíble ¿no es cierto? Una vez que nuestro cerebro se ve recompensado por una lluvia de dopamina, no hay nada que lo lleve a evitar querer un poco mas de eso. Algunos tienen elementos para manejarlo, otros tienen dificultades y otros se ven arrasados. En eso radica la diferencia entre un usador y un adicto. El problema es cuando hay tanta falta de información. Es una dependencia que crece dentro de un elemento que hoy consideramos esencial para nuestras vidas y de supuesta ayuda. Una trampa perfecta. Y antes de mirar el celular, intente trabajar, frenar el empujón. Verá que ya le está costando más de lo que piensa. Le dejo el desafío…