“¿Te digo la posta?, la verdad es…” Típica frase en nuestras vidas. La hemos escuchado tantas veces, que se nos escapa un detalle pequeño, hablamos de la verdad y la realidad con tanta liviandad…
Discutimos tanto sobre la verdad, sobre quién tiene razón argumentada en poder ver la “realidad” mejor que otros, que hemos ablandado el concepto. A tal punto que hoy verdad, posverdad, invento, cuento o hecho científico, van de la mano. En ese sentido, el poder observar mejor la realidad es solo un argumento que intenta persuadir, influir al otro para imponer un punto de vista. No es asumir que se tiene la verdad ni percibe mejor que nadie o que otros la realidad.
En tiempos de posverdad y relativismos, podemos acudir a la psicología y preguntarnos: ¿Es la realidad algo que los humanos puedan percibir tal como es? ¿Es posible hablar de verdad y realidad en nuestras vidas? La respuesta sin dudas es no, si bien como dice Woody Allen: “la realidad es el mejor lugar donde encontrar una hamburguesa razonable”. Bromas aparte, definimos muy fácilmente las cosas y las damos por sabidas y por hechos indiscutibles, sin embargo, para ser más humildes, podemos estar seguros que no hay forma de poder observar la realidad tal como esta es.
A nuestro cerebro poco le importa esto. Le importa generar sistemas funcionales que permitan crear acciones eficaces en lo que hace a afrontar exitosamente las condiciones que el ambiente nos ofrece. Escalofriante si uno lo piensa de manera despojada de prejuicios e intenta entender que aquello que vemos, sentimos, a lo que llamamos “lo concreto”, no es más que una forma particular de experimentar la Realidad, y es solo una interpretación humana de ella. Es solo una “realidad”, así con minúscula, pequeña, construida a nuestra conveniencia y no una “Realidad”.
Efectivamente, nuestra especie fue construyendo una serie de posibilidades sensoriales acorde a nuestro éxito adaptativo. Representaciones. ¿Realidad? No. Representaciones. Poco importa si hay objetos, olores, colores, sonidos y texturas distintas a las que sentimos si eso no hace a nuestra capacidad de adaptarnos a nuestro ambiente y sobrevivir como “Homo Sapiens”. En ese sentido, y hablando de nuestra capacidad a nivel del sistema nervioso, tenemos más vías aferentes que eferentes, es decir tenemos menos neuronas sensoriales o receptoras de estímulos, esas que van de órganos sensoriales receptores al sistema nervioso central y mas que hacen el camino inverso. Eso puede leerse como que nos interesa más la computación del dato que el dato mismo. Mas elaborarlo que percibirlo. Y tome en cuenta que no es capricho evolutivo, significa que nuestra supervivencia se basó en esta cualidad y en ese sentido hay un sustrato biológico que definitivamente nos pone fuera de poder percibir lo que es tal cual es, sino como es conveniente a que lo percibamos.
Últimamente si Ud. mira canales de divulgación científica, se habrá dado cuenta que salen programas sobre cómo opera el cerebro, particularmente como nos engaña el cerebro. En ellos podemos ver como el cerebro responde muy bien ante situaciones donde debe dar respuestas efectivas, pero en cambio si le ponemos alguna trampa, el cerebro no entiende y falla. Eso implica que si el cerebro hace una lectura equivocada de la realidad, está permitiendo que nosotros hagamos una lectura correcta a nivel funcional. O sea que el cerebro se rige por principios más prácticos que exactos, le importa menos saber que es la realidad y más como funcionar en ella.
En este sentido, ¿no le parece parecido a lo la posverdad? ¿No es parecido a esos relatos de los que tanto se habla ahora, solo narraciones convenientes a fines de supervivencia? La misma biografía personal es un relato, una posverdad contada con un montón de errores, sesgos, prejuicios, negaciones y claro, los hechos. García Márquez advierte en su biografía que él se acuerda perfectamente bien, de hechos que es imposible que hayan ocurrido. Una biografía, como lo dice el brillante escritor, es en sí misma una narración, un cuento que interactúa con otros cuentos y decires.
Entonces, si nuestra propia biografía es posible de “truchar” sin conciencia por nosotros mismos e incluso nuestros parientes y amigos más cercanos, ¿cómo discutir con tanta vehemencia cuando tenemos la razón y cuando no? ¿Cómo sentirnos tan seguros en nuestros argumentos como para rebajar y hasta descalificar el argumento del otro?
En la pragmática de la comunicación, es decir el estudio de los efectos de la comunicación en la conducta, se parte de la base que la comunicación busca influir y persuadir. Los humanos damos notable importancia a este aspecto de nuestras vidas. La psicología social tiene en el campo de la persuasión un campo de importancia y en la psicoterapia es una base fundamental del cambio en el contexto clínico. ¿Por qué nos importa tanto persuadir? Pues podemos especular desde teorías evolucionistas donde hemos reemplazado el garrote por la negociación, hasta temas de dinamismo cognitivo, teorías del poder y claro… porque consideramos que tener la razón o salirnos con la nuestra de manera ética nos parece que mejora nuestras perspectivas.
Sin embargo, cuando discutimos ciertos temas y pasamos de la razonabilidad de algún argumento a que este es la Verdad, pasamos del campo de la “Doxa” u opinión a la de “Aletheia” o Verdad. Muchas discusiones, mucho sufrimiento Humano y muchas muertes y tragedias, se generaron en base a este error fundamental. Aprovechado e inducido por algunos y sufrido por las grandes mayorías, esta idea de que algo es la Verdad es una imposibilidad absoluta, sin embargo cuando uno ve peleas durísimas, gente dispuesta a matar o morir por una Verdad, entiende lo grave de este error. ¿La Grieta Argentina? ¿Quién duda de la grieta en términos de inequidad de ingresos? Nadie. Quien puede y sabe la fórmula para acabar con ella es otra cosa. Ahí empieza la construcción de teorías causativas. ¿Quién, qué o cual modelo es el culpable de la grieta? Ahí la cosa se pone caliente. Así multiplique esta cuestión al tema musulmán, palestino-israelí, migratorio, el torneo de ascenso, el peronismo, o el fenómeno Trump. Todo encaja en estas cuestiones absolutamente opinables, solo opinables. Y si es solo opinión, debo asumir acotado de mi propuesta. Pero no se engañe, esta no es una propuesta para la blandura relativista de que todo es igual, no es cambalache la idea, sino la invitación a negociar, a volvernos más tolerantes y abiertos, a asumir que al no tener verdades ni respuestas totales sino solo y apenas parciales, el dialogo continuo y la negociación ética permanente son sin dudas las únicas con que contamos en realidad los humanos, el resto es cuento para crédulos y avivados.
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